Somos almas del Siglo XI, almas que dejaron de ser meros borregos inconscientes; somos aquellos que, pese a las restricciones de libertad y de las consecuencias, luchamos por un principio superior a todos nosotros: Libertad. Claro, quizás todos tenemos un concepto distinto, quizás, es más, hayan algunos que nieguen en fenómeno en base a la imposibilidad de demostración empírica; Pero convengamos en algo, aunque sea una "ficción", es una que suerte efectos en el mundo real. Y si bien en la historia millones han perecido y desangrando por esa idea, embaucados por principios oscuros o subrepticios de las clases regentes o grupos de control, ello no impide que, esta noche, seamos uno, seamos un solo cuerpo que lucha por un ideal: por esa libertad que cada uno concibe de manera diversa; y he allí la belleza, luchamos por el derecho de que cada quién y cada cual pueda tener sus propios conceptos y opiniones, porque luchamos en pos de un mundo donde no hayan borregos que sólo obedezcan sin mayor razón una orden gubernamental, porque buscamos restablecer aquél ciudadano que reflexiona, que critica, que cuestiona y que ejecuta. Sí, quizás vivimos en un mundo donde asuntos tan esenciales como honor, compromiso e ideales ya no valen nada para la mayoría, pero que, al final del día, lo son todo.
Personalmente, en esta lucha, en esta fraternidad anónima que he integrado he conocido a los más ilustres seres, así como a otros que, si bien no desean languidecer hasta el final de la causa, están dispuestos a sacrificar parte de lo suyo en pos de hacer una diferencia. Y ello es respetable, porque ello es la esencia de la libertad: las elecciones, el principio de igualdad y la aspiración de un "algo mejor" que si bien no podemos esperar que se cumpla en nuestro período o que, a lo sumo, sea ejecutado fielmente por nuestros predecesores, todos añoramos y luchamos; permítanme, en este punto, citar a mi viejo amigo Sartre en su clásico ensayo, "El existencialismo es un humanismo", haciendo, claramente una yuxtaposición con el "Hombre Rebelde de Camus"...En efecto, no podemos, ni debemos, vivir de la esperanza, debemos vivir de nuestras acciones. Ahora bien, ello no implica que nuestro acto de rebeldía sea en balde o que debemos pensar que todo es desesperanzador y que nada debe hacerse; al contrario, es, precisamente, ello lo que hace más puro el acto: Si uno asume que quizás el día de mañana nadie seguirá con esta lucha, si uno asume que lo que hagamos no tendrá repercusión alguna, es lo que, finalmente, nos libera de toda atadura y egoísmo y nos hace afirmar "Lo hice porque elegí hacerlo, porque, finalmente, ejercí mi libertad sin condicionamientos". Uno, siempre, debe aspirar a la coherencia interna que da esa suprema voluntad llamada libertad. Y da lo mismo si eres creyente o ateo, si eres de tal país o de tal otro; lo único que importa es el ideal que cada uno porta. Y nada más bello que una amalgama de ideales juntos que, si bien, pueden diferir en matices, se apoyan mutuamente sin pedir nada a cambio.
Gracias Anonymous, Gracias almas del Siglo XI, porque hoy, esta noche, se ha reivindicado y salvado de la muerte al hombre esclavo que, una vez más, es capaz de proclamar "No", que es proclamar con furia "No toleraré esto, y asumo las consecuencias de aquello". Como dice por ahí "Odio lo que dices, pero moriría para que pudieras decirlo".
Saludos, VP.
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